Celebración Aniversario 60

Colegio Loyola Gumilla
30 de septiembre 2025

A todos los estudiantes, padres y representantes; personal docente, administrativo y obrero, antiguos alumnos y comunidad ignaciana en general

Querida comunidad educativa del Colegio Loyola-Gumilla, estimados estudiantes, familias, docentes, exalumnos y amigos de la gran familia ignaciana,

Hoy nos reunimos en este aniversario para celebrar el don de sesenta años de historia compartida, de misión y esperanza, bajo el abrigo generoso del Espíritu Santo y de tantos y tantos amigos y amigas con vocación de la familia de la Compañía de Jesús en Venezuela. En este día tan especial, iluminados por la parábola del Buen Samaritano y congregados por el lema “Ciudadanía Global con Mag+s”, somos invitados a mirar el pasado agradecidos, comprender el presente con sentido crítico y proyectar juntos el futuro con esperanza activa.

El Colegio Loyola-Gumilla ha nacido, crecido y florecido como proyecto de comunidad educativa arraigada en Ciudad Guayana, testigo de generaciones que han contribuido – desde la diversidad de sus talentos y aspiraciones – a la cultura y desarrollo de una ciudad cuyo rostro es plural, mestizo y abierto. Aquí se ha respondido – con creatividad y compromiso – a los desafíos históricos y sociales, construyendo un “nosotros” capaz de afrontar crisis, migraciones, inauguraciones y renovaciones, siempre con la fe puesta en el Dios que llama a servir. Hoy cuando nuestro Colegio llega a la “tercera edad”, podemos felizmente afirmar agradecidamente que somos herederos y protagonistas de una historia colectiva intergeneracional, tejida por quienes, año tras año, se esfuerzan por hacer de este colegio – y de la Red Apostólica Ignaciana – un verdadero hogar de educación, reconciliación y esperanza, donde los saberes, los sueños y las luchas se comparten y se multiplican para el bien común.

El Evangelio del Buen Samaritano en Lc 10, 25-37; nos interpela sobre lo esencial de la misión ignaciana: ser “prójimo” o, en otras palabras, ser “familia humana”, capaces de detenernos, ver, mirar el dolor del otro y actuar movidos por la empatía, misericordia, sin preguntarnos primero por la procedencia, el credo o la posición social de quien sufre. El Samaritano no sólo ayuda, sino que trasciende las fronteras personales, culturales y religiosas. Así, el “magis” ignaciano – ese “más” que busca la mayor gloria de Dios en el servicio a los demás – es un camino vital para la construcción de una ciudadanía global consciente y responsable. Ser prójimo hoy, ser familia humana hoy – desde los lineamientos educativos de la Compañía de Jesús en Venezuela – necesariamente implica, en primer lugar, creer que aún es posible “ser projimo, ser familia”; y, en segundo lugar, implica determinarnos decididamente y asumir el reto de tender puentes, de acoger la diversidad, de aliviar el sufrimiento y caminar juntos hacia la reconciliación, la justicia social y el desarrollo sostenible.

La celebración de nuestros 60 años es una nueva invitación a renovar el compromiso con una “ciudadanía global”, entendida como la capacidad de participar activamente en la transformación ética, social y ecológica del mundo, en diálogo constante entre lo local y lo global sin negociar lo esencial que nos convoca como cristianos e ignacianos. Necesitamos desde la educación recuperar el sentido de lo público, el respeto por lo privado, los valores ciudadanos básicos, el cuidado y el amor por nuestra ciudad, nuestra región y nuestro país. Lo necesitamos cada uno, lo necesita Venezuela y lo necesita el mundo.

Los documentos fundacionales del Colegio Loyola-Gumilla y el itinerario formativo ignaciano, desde una pedagogía ignaciana que apunta a la calidad, nos animan a formar personas competentes, compasivas, conscientes, contemplativas y comprometidas, llamadas a cuidar la casa común, promover la paz, la inclusión y la equidad. Nos urge hoy cultivar una mirada crítica ante las injusticias que tenemos de frente a diario, fomentar el discernimiento frente al caos de las “urgencias”, ampliar la empatía y propiciar espacios donde los saberes interdisciplinarios se orienten hacia el bien común. Vale destacar la atención que estamos prestando desde el año pasado a toda el área pedagógica de nuestra institución y que queremos consolidar durante este año aniversario. Hemos hecho un gran esfuerzo como Colegio, desde nuestro Proyecto Educativo, para hacer una revisión profunda de nuestras prácticas pedagógicas, de nuestro currículo, asesorados por nuestros hermanos de la UCAB-Guayana, apuntando a mejorar con creatividad, a hacer nuevas propuestas y de una perspectiva profunda y adaptada a las nuevos contextos.

Que no olvidemos nunca que la educación ignaciana apuesta por un desarrollo integral, donde la excelencia humana se traduce en cuidado y solidaridad, en una apertura generosa a la pluralidad, al diálogo y  a la resolución pacífica de los conflictos, tal como lo demuestra la práctica educativa innovadora del Colegio Loyola-Gumilla. El “magis” ignaciano, más que un simple deseo de “ser más”, es la pasión de crecer en sentido y profundidad, potenciando la vida en comunidad, el compromiso con los pobres y el impulso por construir juntos una sociedad más justa y humana. Esta pedagogía es también espiritualidad que abraza el misterio, la creatividad, el arte y la esperanza, los mismos valores que han inspirado a la Compañía de Jesús a lo largo de la historia universal.

El sentido de “ser prójimo”, de ser familia humana, y la vivencia del “magis” no sólo nos orientan a mirar lejos, sino a mirar hondo: descubrir la presencia de Dios en todas las cosas y personas, aprender de la pluralidad, reconciliar contradicciones, valorar la creación y celebrar cada don recibido. La espiritualidad ignaciana, vivificada en el arte, la interioridad y el discernimiento, nos convoca a encontrar el equilibrio entre la contemplación y la acción, entre la libertad creativa y el servicio responsable, entre la identidad local y la apertura global.

Como comunidad educativa, como familia ignaciana, este aniversario es un llamado a celebrar con modestia pero con mucha hondura el camino andado y a asumir con renovado impulso y ardor la construcción colectiva de un futuro con sentido y esperanza. Que el Evangelio del Buen Samaritano nos inspire a ser prójimos, a ser familia humana en lo cotidiano, que la pedagogía ignaciana nos anime a ser “ciudadanos globales con magis”, y que nuestra fe compartida nos impulse – como comunidad, como Iglesia, como familia humana– a seguir transformando – cristianamente, creativamente y con amor – la realidad de nuestros entornos.

Dios nos conceda, en adelante, seguir siendo comunidad viva, escuela de pensamiento y corazón abierto, testigos de una esperanza mayor. ¡Feliz aniversario, Colegio Loyola-Gumilla! Con cariño,

De Ustedes en el Señor,

P. Alejandro Vera, SJ

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