I.

Quienes se entienden de Biblia afirman que el evangelio de Marcos fue el primero en redactarse. Entre las tantas peculiaridades que posee este escrito sobre la buena noticia que es Jesucristo, está el hecho de ir directo al grano. La lectura del domingo que viene, no es la excepción.

 

II.

Jesús es aquel que recorre toda su tierra; su itinerario está marcado por el bien, que gana paulatinamente más y más espacio, entusiasmando además a otros, para que colaboren con Él en esta misión recibida de su Papá, nuestro Dios. El Jesús de Marcos no es únicamente un peregrino, sino que es un peregrino urgido, va deprisa, debe aprovechar al máximo el tiempo, pues no dispone de él.

De allí que la Buena Noticia nos diga que enseña a sus discípulos mientras atraviesa Galilea. Jesús los va adoctrinando sobre su pasión y muerte, pero ellos no lo entienden y temen preguntar. Llegados a Cafarnaúm, Jesús los interrogó sobre lo que venían hablando mientras Él les impartía sus enseñanzas. Los Apóstoles, avergonzados, no responden. Ellos discutían entre sí, queriendo saber quién era el más importante del grupo. El Señor se entera del tema, poniendo las cosas en su lugar.

Jesucristo llama a un niño, lo colocó en el centro del grupo, lo abrazó y afirmó que quien reciba a uno de esos pequeños, lo recibe a Él. Recibiendo a Jesucristo, recibimos asimismo a Dios Padre, que fue quien le diera la misión de estar en medio nuestro.

 

III.

El Jesús afanado, que salta a nuestros ojos cuando leemos el evangelio según san Marcos, ha comprendido que le queda poco tiempo entre nosotros, y que debe preparar a sus seguidores en la continuación de la obra empezada. La necesidad de enseñar en Él es tan imperiosa que no pierde ocasión alguna para ofrecer una lección.

A pesar de que el evangelio diga que iba de camino enseñando, la enseñanza propiamente dicha, vendrá después, una vez que lleguen a casa. Mientras caminaban, Jesús les habló a los suyos sobre su pasión, pero éstos no comprendieron. Vale acá la pregunta de por qué les resultó difícil entender el discurso sobre la muerte de Jesús. Puedo hipotizar que se debió a que no querían saber de “fracasos”; ellos lo siguieron y apostaron por Él, porque querían triunfar en la vida y —en este caso— tener poder. Después de ser testigos de primera fila de los portentos operados por Jesucristo, el Señor ahora asomaba la idea de su muerte inminente. Esto es inaceptable para el grupo. Una segunda hipótesis de por qué los discípulos no entendieron las palabras del Maestro es sencillamente porque estaban distraídos. Pareciera ser la hipótesis más plausible: mientras Jesús hablaba, ellos estaban “distraídos”, discutiendo por quién ocuparía el primer puesto en el Reino de los Cielos.

 

IV.

Lo primero que salta a la vista de esta lectura es la paciencia de Jesús para con sus amigos. Probemos a hacer el ejercicio imaginativo de ver a Jesús de Nazaret hablando sobre su propia muerte, y que sus oyentes estén más interesados en la distribución del poder. El Señor, en lugar de molestarse, los reúne una vez más, con paciencia, y tomando a un pequeño les da una lección de vida: quien pretenda ser el más importante de todos, debe abrazar su vocación del mismo modo que actúa un niño.

Entre las muchas cosas que pueda afirmar sobre la niñez, está la cuestión del desinterés que un niño muestra por el poder. Los niños tienen y ejercen un poder sobre los adultos, pero no están conscientemente interesados en acumular más poder, y menos aún querer hacerlo por el simple hecho de poseer más.

En nuestro caso, vivimos una de las peores situaciones con respecto al poder: quienes lo ostentan, dan muestra no solo de un malintencionado uso, sino además que pareciera no saber usarlo.

Una vez más. Quien quiera ser el más importante de todos, se haga el servidor de todos. Dios quiera y sea así.