Una de las funciones centrales para la comunicación entre las personas es el habla y, cuando existe una alteración del lenguaje, ésta interfiere y perturba el proceso de comunicación del niño con los otros, dando lugar a conductas inadecuadas  de difícil diagnostico.

En la edad escolar, existen niños y niñas con un desarrollo del lenguaje que difiere en sus tiempos, detectándose rápidamente las deficiencias primero en el lenguaje oral y luego en el escrito, siendo algunas de ellas, el no hablar con claridad,  hablar con excesiva lentitud, o pronunciar inadecuadamente ciertos morfemas o fonemas, bien sea por causas articulatorias de tipo evolutivas (edad), auditivas (fallas en la discriminación auditiva) u orgánicas (anomalías en los órganos del habla como labios, lengua, paladar etc.).

Cuando un niño o niña no se puede comunicar en forma adecuada, la convivencia con los demás niños comienza a mostrarse difícil, pues el menor que se le dificulta comunicarse se siente, incomodo, a veces desplazado (sentimiento) y, muestra conductas como morder, golpear, hacer pataletas o desatender instrucciones.

Qué hacer para ayudar a los niños con dificultades en el habla?

  • Lo primero que los padres deben hacer, es reconocer si sus hijos pronuncian inadecuadamente las palabras, atendiendo las etapas evolutivas, pues no es si no a los cuatro (4) años de edad cuando el menor debería tener un lenguaje bien articulado y con buena pronunciación.
  • Chequear con el pediatra que les atiende, cualquier condición orgánica que pudiera estar presente en el retraso del lenguaje o dificultad, determinando si la misma (en caso de existir), está asociada a una anomalía orgánica, auditiva o simplemente de la edad evolutiva.
  • Revisar cómo le hablan al menor en el hogar y la forma de corregir la pronunciación o, simplemente no corrigen, sino que le hablan en forma aniñada reforzándole el habla incorrecta de las palabras.
  • Una vez determinada las posibles causas, orientarse con los especialistas del área, en la mejor forma de ayudarle y estimular el lenguaje.
  • Háblele correctamente al menor, en forma amena sin hacerle sentir que su pronunciación es impropia, haga juegos de habla con ellos, cántele y nárrele cuentos haciéndoles repetir los mismos; documéntese y apoye a los especialistas en las acciones a implementar cuando así lo consideren necesario.
  • No le reste importancia a este aspecto del habla, pues la convivencia de un menor con dificultades del habla, se hace algo complicada al no poder comunicarse eficazmente con los demás.

 

Adriana Salazar
Centro de Orientación