Puerto Ordaz, 15 de octubre de 2018

 

Estimados Padres, Representantes y Responsables

 

¡La paz de Cristo!

Quiero hacerme presente mediante este comunicado, después de un par de semanas de inicio de clases, con el deseo de precisar algunos aspectos referidos a la seguridad del Colegio.

  1. En primer lugar, notificarles que contamos con una nueva empresa de seguridad, Set Point, con la esperanza de mejorar esta realidad tan importante en nuestro día a día, y que pide nuestra participación activa en la misma. Set Point está presente asimismo en las instalaciones de la UCAB, siendo el Sr. Juan Vivas el jefe de seguridad, tanto de la Universidad como del Colegio. Los Sres. Fernando Bolívar y Luis Vieira continúan como empleados del Colegio, en calidad de supervisores de seguridad.
  2. En segundo lugar, reiterarles que la seguridad que se ofrece en el Colegio es de índole protocolar, es decir, de reportaje de irregularidades, de presentarse, durante las rondas y guardias; en ningún momento, los oficiales de seguridad tienen permiso para abordar a los estudiantes o ingresar en las instalaciones del Colegio. Por otro lado, los oficiales deben igualmente dirigir el tráfico vehicular, especialmente en las “horas pico”, y muy particularmente durante las salidas. Por último, una vez que el Colegio cierra sus puertas, Set Point cumple la función de prevención, ante incursiones malintencionadas.
  3. En tercer lugar, el comienzo del año escolar ha tenido una eventualidad que debemos superar lo antes posible; me refiero al desempeño del tráfico, sobre todo en las salidas. Es cierto que se han juntado ciertos elementos que han complejizado la situación: control de acceso a la UCAB, mediante la tarjeta TAI; la “laguna” que se forma en la curva que da al área de Preescolar, que reduce los espacios de estacionamiento y tráfico; coincidencia en la salida de los distintos niveles y grados; impericia de los nuevos oficiales en la dirección del tráfico; el semáforo “tampoco colabora”.
  4. En cuarto lugar —y es acá donde quiero concentrarme—, deseo apelar nuevamente al sentido común de cada uno de ustedes, para que contribuyamos en aquello donde sí podemos incidir: nuestro comportamiento. A muchos de ustedes les consta que he estado presente en ciertas ocasiones en el estacionamiento principal, colaborando para un mejor desenvolvimiento del tráfico. Honestamente, no sé a qué pueda atribuirse, pero este año escolar ha estado signado por episodios disgustosos, cargados de arrogancias, groserías y mala educación.
    Los oficiales y supervisores me comunican con pesar que son objeto de vejámenes, de episodios de mala educación e incluso amenazas a su integridad física. El argumento más recurrente es: “porque pago este Colegio, me paro donde me da la gana”; tampoco se hacen esperar respuestas del tipo: “sácame”, “mándame a remolcar”. Algunos de ustedes están literalmente limpiando el asfalto con sus personas. Pongo al Señor Dios por testigo, ¡no hay derecho a esto! No hay argumento que justifique tanta tropelía.
    He sido testigo de primera de carros mal estacionados, que entorpecen el frágil tráfico ya existente; da la impresión de que no se piensa más que en sí mismo. Me he cuestionado a mí mismo, intentando dar con una razón que explique tanta inconsciencia, y aún no doy con ella.
  1. Finalmente, quiero dejar constancia de mi fe en que las personas somos buenas, y podemos ser mejores. Mi llamada se dirige a lo más íntimo de cada uno, allí donde se confunden la inteligencia con los buenos sentimientos, para invitarlos a todos a colaborar, de modo que nuestro cambio de actitud repercuta en el tráfico dentro del Colegio. Es menester que modifiquemos nuestra conducta para con los oficiales y supervisores, personas con la misma dignidad que nosotros, que nos prestan un servicio —volente o nolente— por el que pagamos, sí, pero que deben armarse de santa paciencia a la hora de encararnos.
    Algunos de ustedes se han aproximado a mí, o a los supervisores, sugiriendo retirar la cadena, o activarla en determinados momentos: la “bondad” de la cadena es que “alarga” el escaso espacio del estacionamiento (como suele suceder en los bancos, que promueven colas en zigzag), permitiendo que entren aproximadamente unos treinta carros más. Por último, algunos de ustedes verán en los días venideros avisos en sus parabrisas sobre el modo de estacionar su vehículo, de manera que ganemos tiempo a la hora de desalojar el estacionamiento.
    Reitero una vez más lo antes dicho. Es fundamental que actuemos guiados por el sentido común, pensando también en la situación de los demás, para así podernos beneficiar todos del cambio de actitud, o del reforzamiento de las buenas prácticas. Demos ejemplos a nuestros hijos, de que somos padres, representantes y responsables educados. Hay un refrán que reza: “en la mesa y en el juego, se conoce al caballero”; habrá que añadirle: “en la mesa, en el juego y en el estacionamiento, se conoce al caballero (y a la dama)”.
    Nos bendiga el Señor a todos nosotros. Su servidor,

 

Luis Ovando Hernández, s. j.
Rector