Puerto Ordaz, 18 de noviembre de 2019

 

 

«ÁBRELE LA BOCA, Y ENCONTRARÁS UNA MONEDA»

(Mateo 17,27)

 

Querida familia Loyola
¡La paz de Cristo!

La frase que encabeza este comunicado está tomada del evangelio según san Mateo. Se refiere a una discusión que se armara en la sinagoga de Cafarnaúm cuando Jesús la visitó. Era deber de todo buen israelita —y Jesús lo era— pagar un impuesto al Templo. Para el momento que nos ocupa, Jesús ingresó al recinto santo, pero no dio el tributo. Los encargados de la sinagoga abordaron entonces a san Pedro y le preguntaron si Jesucristo no pagaba lo obligatorio; Simón Pedro afirmó que sí lo hacía. Más adelante, Jesús le sugirió a san Pedro ir al lago, y extraer de la boca del primer pescado que atrapara una moneda, para no ser motivo de comidillas: «ábrele la boca, y encontrarás una moneda».

¿A qué viene todo esto? Quiero abordar con ustedes una realidad presente en el Colegio, y lo hago desde la luz que ofrece la Palabra de Dios. Deseo poner sobre el tapete la cuestión de la morosidad, y el daño inconmensurable que nos está infligiendo. Para el día de hoy, la deuda que 1.062 alumnos —me refiero a «alumnos», porque un representante puede tener más de un hijo en el Colegio— tienen con el Colegio asciende a 652.983.817,23 BsS. El número total de alumnos es de 1.461. Es decir, solo 399 alumnos están solventes.

Como comprenderán, por lo dicho anteriormente, se trata de una situación insostenible, pero también muy peligrosa: el pasado 23 de octubre de 2019, la Subdirección Administrativa del Colegio publicó un comunicado dando a conocer más específicamente el estado de morosidad: el primer dato que salta a la vista es que todos los grados y años que componen el Colegio están morosos. Todos. La sección con menor deuda era 2do Nivel «B» (8.652.800,00 BsS. entonces); el grado con mayor deuda era 3er Grado «C» (19.176.959,99 BsS. entonces). Después de tres semanas aproximadamente, la deuda no ha hecho sino aumentar. Cualquier persona bienintencionada es consciente que este estado de cosas convierte al Colegio en una granada fragmentaria, cuyo estallido podría ocasionar primeramente la desaparición de quien la tiene en sus manos. Padres, madres y representantes que o coloquen el pago de la educación de los hijos como una prioridad, sencillamente están quitando la espoleta a la granada, y están decretando la defenestración del Colegio Loyola Gumilla.

La falta de pago está ahogando al Colegio, pues no tiene de dónde echar mano para cumplir con sus compromisos administrativos: la morosidad trae consigo el no flujo de caja del Colegio, el endeudamiento, etc. En una economía como la nuestra, el retardo en el pago hace sí que el dinero no sirva para nada.

Estando así el escenario, el Colegio ha tomado algunas medidas para amortizar la morosidad. Parece no ser suficiente; hemos de aplicar entonces medidas más restrictivas con la esperanza de que los padres, madres y representantes cumplan con el compromiso adquirido el día que inscribieron a los muchachos acá.

Deberemos apelar a dos nuevas medidas, con la esperanza de que las personas se den cuenta que tienen que cumplir la palabra empeñada.

  1. La tarjeta de acceso a la UCAB será bloqueada temporalmente, hasta que se pongan al día los morosos; el servicio de vigilancia lo pagamos ambas instituciones. Estamos en deuda con la Universidad.
  2. Apelar a la Defensoría Escolar pues, además de crear una situación sumamente preocupante, los morosos están vulnerando el derecho a la educación de sus hijos, precisamente porque atentan abiertamente contra la Institución Educativa:
  • Los morosos serán citados para convenir un plan de pagos para amortizar la propia deuda. Se levantará un acta de este primer encuentro. De no asistir, se levantará un acta igualmente.
  • Serán llamados por segunda vez, por incumplimiento de los pactos o por no haberse presentado en la primera convocatoria. Se conminará a cumplir con su obligación de ponerse al día con el Colegio. Se procederá al levantamiento de actas, como se señaló anteriormente.
  • De darse una tercera convocatoria, será con la intermediación de la Defensoría Escolar. Este último paso pretende zanjar la cuestión. El Colegio buscará ante la Defensoría Escolar el cambio de ambiente educativo del alumno, porque la actitud de los padres, madres y representantes así parece indicarlo, al no mantener su palabra a propósito de sus obligaciones y deberes.

 

Personalmente, tengo ante mis ojos la situación y confieso no entender ciertas dinámicas, por paradójicas: es inaudito empeñar la palabra, recibir el servicio y no cumplir con las obligaciones adquiridas cuando decidieron traer a sus hijos al Colegio. La cuestión se agudiza cuando quien debe no es capaz siquiera de dar la cara y establecer un convenio de pago de la propia deuda.

Jesucristo nunca tuvo nada suyo. Fue un hombre pobre, austero; sin embargo, cumplió con su deber de pagar su tributo al Templo. Considerar un milagro de Jesús el recabo de la moneda de la boca de un pez es plausible. Lo interesante de ese pasaje está precisamente en el cumplimiento del deber por parte del Señor, y su creatividad a la hora de hacerse con el recurso material. Le pido a Nuestro Señor Jesucristo confiera a los morosos valentía, pundonor y creatividad para afrontar una crisis que nos tortura a todos inescrupulosamente, pero que no nos abate.

Su servidor,

 

Luis Ovando Hernández S.J.
Rector