Puerto Ordaz, 02 de febrero de 2018

Estimada Familia Loyola

Paz y bien, como solía saludar san Francisco de Asís. Entro por segunda vez en sus vidas, por este medio con el deseo informarles sobre algunos acontecimientos relacionados con la seguridad del Colegio.

En primer lugar, hemos contratado al Sr. Fernando Bolívar y a la Srta. Andreina Gascón, como Jefe de Seguridad y Supervisora de Seguridad, respectivamente, en sustitución de los Sres. Jean Pier y Jean Piero Guzmán, quienes renunciaron por motivos personales, no sin antes manifestarme la experiencia positiva vivida los meses que estuvieron trabajando acá, y ello debido a la receptividad y colaboración prestada por cada uno de ustedes. De más está decir que espero igual acogida para con Fernando y Andreina, colaboradores nuestros y de nuestra seguridad.

En segundo lugar, informarles que el martes 30 de enero de 2018, alrededor de las 5.30 pm, durante las actividades deportivas promovidas por Fundaeduca, a una de nuestras niñas le sustrajeron de su mochila el teléfono móvil. A este respecto, lamentando hondamente el hecho concreto, es importante precisar dos puntos que atañen a todos, de cara al futuro:

  1. La víctima nunca es responsable. No podemos endosar a la víctima la culpa del delito; faltaba más. Dicho esto, es necesario no obstante afirmar que es menester recordar a nuestros hijos, adiestrar a nuestros hijos, con relación a sus celulares. Lamentablemente, vivimos en una situación donde un aparato telefónico tiene más valor que la vida humana. Es urgente entonces pedir a nuestros muchachos mayor atención, concentración, a la hora de usar el teléfono, y no quedar tan expuestos.
  2. Disponemos de un servicio de seguridad de tipo protocolar. El grupo mayor en número de quienes hacemos vida aquí está conformado por menores de edad. Ello implica que los oficiales de seguridad han de evitar a toda costa entrar en contacto con los niños, niñas y adolescentes por razones que no necesitan mayor profundización, por obvias. Su función es vigilar e informar, en caso de darse alguna irregularidad; su sola presencia debería desanimar a potenciales malhechores a actuar.

Hasta el momento presente, agradeciendo al Buen Dios, que es quien cuida en definitiva de nuestras vidas y bienes, hemos sabido responder a las circunstancias, en materia de seguridad. Aún nos queda mucho por hacer en este sentido, pero esto supone, una vez más, el concurso de todos nosotros.

Nos encomendamos a Nuestro Señor, para que vele cada paso que demos y cuide particularmente a nuestros seres más queridos.

Su servidor,

Luis Ovando Hernández S.J.
Rector