Venezuela celebra el día de la madre el segundo domingo de mayo. Se trata de un día cargado de muchísima emotividad, pues la figura materna concentra las expresiones de amor que nos damos unos a otros, generalmente.  

Tengo la impresión de haber pasado del día en que se rompía explícitamente el machismo, y podía verse a las más variopintas versiones de hombres con una flor en la mano que terminaría en posesión de la madre, al reconocimiento de aquellas mujeres que han ejercido el rol positivo de madre independientemente de que nos hayan concebido o menos, por lo que hoy día estamos conscientes de todas las mujeres que han jugado ese papel en nuestras existencias. 

Por otra parte, el evangelio del sexto domingo de Pascua nos coloca ante un Jesús en “plan despedida”: urgido por dejar su legado en manos de sus amigos, de modo que éstos lo custodien y lo acrecienten, no se anda por las ramas, sino que va directo al grano, a lo esencial de nuestras vida y de la humanidad entera: es el mismo Jesús de la vid y los sarmientos, que se refiere a estar muy unidos como lo están los racimos del árbol si pretenden dar fruto. Es el mismo Jesús que los reta a hacer realidad el Amor entre ellos, y que este Amor se convierta en el único mandamiento que Él, el Maestro dejó a sus seguidores. 

Una palabra demasiado manoseada

“Amor” bien como sustantivo, bien como verbo, es una palabra que parece haber perdido fuelle a causa de la banalización, de tanto usarla sin darle su debida importancia. De tanto manosearla, la hemos vaciado de su contenido originario, de manera que expresa el sentimiento más genuino que podemos vivir las personas, dando y recibiendo amor, o sencillamente no indica nada, como si se tratara de un cascarón vacío. 

El amor pues puede ser tan fuerte como la muerte, o puede ser una palabra que no tiene sostén en la realidad. Sin embargo, los seres humanos no dejamos de referirnos a él, como tampoco dejamos de aspirar a ofrecerlo o de hacernos merecedores de él. Las personas no dejamos de hablar sobre el Amor. 

Mayo, mes de la flor que es la mujer

Hay que sumar un elemento más, además del día de la madre y del mandamiento único del amor que nos encomienda Jesús de Nazaret: es mayo. 

En su expresión más genuina, mayo coloca ante nuestros ojos la eclosión de la vida: la lluvia bendice la tierra y todo reverdece una vez más; los frutos están al alcance de la mano. Es tan bondosa la naturaleza, que hasta las cruces florecen en mayo. Allí donde hubo muerte injusta, ahora hay flores y vida. 

Desde la antigüedad, mayo es un mes dedicado a las deidades femeninas; y nuestra fe no es la excepción: es el mes de María. Se relacionan implícitamente la fertilidad que muestra el clima con la capacidad de dar vida que tiene la mujer. 

Recapitulando la anterior, tenemos entonces que el Amor a que nos invita el Señor, cuya máxima expresión humana suele concentrarse en el amor de madre, es un Amor que da Vida, que promueve y acrecienta la Vida, que la defiende y protege, porque no hay Amor más grande que aquel que propicia la Vida de todos los seres que ama. 

Día de la madre en Venezuela 

En Venezuela, la figura materna sigue siendo la más preponderante en el espectro de los roles sociales. Es en este país donde celebraremos el domingo el día de las madres. El contexto no propicia la celebración, pero sabremos sobreponernos para rendir un tributo amoroso, sencillo y justo a quien nos introdujo en esta vida, cuidó de nosotros hasta que nos desarrollamos y es el objeto de atracción de nuestro amor, del mismo modo que lo es el sol para el girasol. ¡Feliz día, mamá!