Recibimos el año escolar 2017-2018 con esperanza y fe. En nuestros niños y adolescentes palpita la emoción de reencontrarse con sus amigos y conocidos de siempre, intercambiar vivencias, momentos, experiencias y mucho más, para otros inquietan los nuevos retos, espacios y personas.

En  los padres, maestros, administrativos y obreros vibran  la alegría, tristeza, nostalgia, angustia, desesperanza, desilusión, en fin una gama inmensa de sentimientos, porque educar en estos tiempos no es fácil, nuestra misión  se  hace cuesta arriba, ante las adversidades cotidianas que nos retan a dar respuestas cada minuto, cada instante, y a pesar de todo continuar animados y motivados, para cumplir cabalmente los compromisos y responsabilidades asumidas.

La fórmula mágica, receta o llave no la tenemos, pero que tal si continuamos adelante dando ánimo, expresando una mirada cordial, escuchando a todos, respondiendo las interrogantes en la medida de lo posible, trabajando juntos, sirviendo a los demás callada y oportunamente, es decir nutriendo y oxigenando el mundo, eso sí de la mano de Dios. Les puede parecer simple, pero si lo intentan  apreciarán y encontrarán caminos, senderos y alicientes para continuar a pesar de todo.

La fe y esperanza deben prevalecer y caracterizar nuestra forma de ser y proceder. Adelante  Loyolas  valientes, demos la bienvenida a este año escolar con un abrazo fraterno.

Aida Astudillo Mujica
Rectora