Nació un niño

Vivimos la experiencia del nacimiento de nuestro Dios, y nos acercamos al cierre del año. En esta dinámica de ponderar cómo se desenvolvió 2019, salta a mi memoria una anécdota vivida días atrás: colgué en mi perfil de WhatsApp la foto de Silvana —acompañada de la frase “nos ha nacido un niño”, que  aparece en el libro del profeta Isaías y en el evangelio según san Lucas—, una niña que amo incluso antes de conocerla, cuando aún vivía en el vientre de mamá.

Fue todo un éxito. Inmediatamente, muchas personas amigas me escribieron emocionados ante tanto derroche de hermosura y candidez, presentes en esta niña de cinco años de edad. Uno de mis contactos me preguntó quién era, y espontáneamente le respondí que se trataba de mi hija. Acto seguido, esta persona me agradeció el valor de reconocer a la niña, cosa que suscitó en mí una carcajada telúrica. Es decir, me gustó la ocurrencia.

Silvana ha desencadenado en mí fortísimos sentimientos paternales, desde siempre. Hasta que dejó el país, esta niña me tomó de su manito y me condujo por los senderos de lo que se siente cuando se tiene y se ama un hijo.

La cuestión no acaba aquí. Observándola a ella, tuve una teofanía. O sea, creo haber asimilado algo que se me reveló de nuestro Dios Niño: Silvana se parece al Niño del Pesebre, y el Niño Jesús se asemeja a esta caraqueñita que ahora habla catalán.

 

La familia es sagrada

Nacido Jesucristo, el núcleo familiar se completó. En la historia de Jesús hay caminos por abrir, y caminos por recorrer. El Niño Jesús deberá aprender de sus papás, insertándose en la tradición de Israel. Serán ellos los que lo introduzcan en la escuela de la oración permanente, donde se le mostrará el verdadero rostro de nuestro Padre, Dios. Por otro lado, en virtud de la misión que le toca ejercer en medio de su pueblo, Jesús es conducido por las circunstancias a huir y volver de Egipto, y a establecerse junto con los suyos en Nazaret.

Todas las lecturas del Domingo resaltan el ambiente familiar, el rol de los padres y los hijos, vistos éstos desde el prisma de la relación con Dios, hasta llegar a la Sagrada Familia de Nazaret. El Niño Dios da un horizonte existencial a sus papás: si quieren continuar ejerciendo la función paternal sobre Él, deberán convertirse en sus discípulos.

 

Familia venezolana

No tengo el espacio suficiente para presentar desde el punto de vista educativo el desbarajuste que padece la familia venezolana, como consecuencia de la estampida dada y continuada, de connacionales que buscan desesperadamente cubrir sus necesidades básicas. Lo cierto es que nos han partido el corazón a las familias venezolanas. Nuestros hijos, nuestros seres amados, se fueron.

Personalmente, Silvana mantiene viva mi esperanza de volverla a abrazar, para luego quedar sembrado, estupefacto por el modo de hablar de esta enana.

Nos ha nacido un niño. Este niño trae el don del amor, de la paz y de la justicia. Regalos divinos para un país que espera un nuevo día. Feliz 2020.