Cuando hablamos de la familia, en forma automática viene a la mente una imagen de aquellas personas con las cuales nos hemos educado en el hogar, con las que hemos compartido, sufrido y acompañado, asociados a vínculos consanguíneos que definen relaciones  interpersonales con papá, mamá, hermanos, abuelos, tíos, sobrinos, primos etc., con los cuales suponemos que contamos son su apoyo en momentos de crisis.

Actualmente, Venezuela está sumergida en un pozo profundo de deficiencias, ausencias, percepciones negativas y  condiciones deplorables que causan una distorsión significativa en la dinámica de las relaciones interpersonales tanto en la familia como con los vecinos y demás personas en los distintos ambientes de desempeño, debilitando los valores del respeto, la responsabilidad, la confianza, el compromiso y, en consecuencia el ayudarse unos a otros, no por egoísmo en sí mismo, sino por estados anímicos equivocados que conllevan a centrarse en sus propias necesidades y debilidades, mermando la tendencia de ayudar a otros superar sus dificultades, así sea con los integrantes de su  núcleo familiar o de amistad, lo que es triste y lamentable, no obstante, comprensible.

Sin embargo, descrita la situación a grandes rasgos, la pregunta a plantearse es ¿qué podemos hacer desde nuestras posibilidades para que la familia se sienta acompañada en momentos de crisis?

De acuerdo a la Psiquiatra, Cecilia Dávila, hay varios aspectos que pueden ser atendidos para apoyarse cuando sentimos que faltan fuerzas y voluntad para seguir adelante a pesar de las circunstancias y tener la resiliencia necesaria, entre los cuales se exponen a continuación:

1.- Llama a tus seres queridos, conversa con ellos, comparte sus gustos, bríndales tu ayuda, hazles saber que tú estás presente, te interesan y te preocupas por ellos; visítalos, crea y comparte con ellos planes de contingencia, construye con tus seres queridos formas en las que se puedan ayudar unos a otros, una forma de sentirse más seguros. Cambia el “hacer por” al “hacer con”. Con esta acción combatiremos lo que se llama el desamparo, el cual es… un sentimiento de abandono profundo en el que la persona siente que ha perdido la compañía y protección de los demás; no es soledad, es la seguridad de que no recibirás ayuda ni contención de nadie.

2.- Restablecer la rutina. Cada familia necesita sus rutinas para poder organizarse la vida, evitar la anarquía que supondría que cada miembro que la conforma hiciera lo que quisiera cuando le viniera en gana. Sentarse a la mesa a comer, revisar las tareas de los niños, establecer tareas domésticas para cada integrante de la familia, crear hábitos en los niños y adolescentes, mantener una rutina a la hora de acostarse; esas pequeñas cosas te dan sensación de seguridad, necesaria en medio de la situación actual. Vencer el caos, obligándolo a convivir con nuestro orden, con nuestra rutina.

3.- Hacer del hogar un dulce Hogar. Se conoce como trabajo reproductivo a las atenciones y cuidados necesarios para el sostenimiento de la vida y la supervivencia humana: alimentación, salud, educación, apoyo afectivo, entre otros. El trabajo reproductivo hace referencia al trabajo destinado a satisfacer las necesidades de la familia, el escenario fundamental para su desarrollo es el hogar. Ese hogar se ve afectado cuando uno de los integrantes de la familia o incluso la familia entera está bajo una crisis. El desorden está asociado, regularmente, a depresión, ansiedad o déficit de atención; la casa se transforma en un sitio desordenado y lúgubre que no brinda cobijo y lo más peligroso es que sus habitantes no lo concientizan pero hacen todo lo posible por “no llegar a casa”: prolongación de jornadas laborales, pasar primero por casa de un familiar, quedarse en casa de los amigos, el común “cuando salgo no quiero llegar”; quienes corren mayor peligro son los adolescentes que verán en cualquier situación “callejera” una forma de no regresar exponiéndose a múltiples amenazas. Aunque parezca superficial, mantener la casa limpia y ordenada brinda un lugar de refugio y un espacio dónde sentirse seguro y cuidado cuando el afuera es una amenaza, es por ello que deben mantenerse rutinas de limpieza, de orden y de organización dentro del hogar.

4.- Construye fuentes de disfrute. En los últimos años pareciera que las fuentes de malestar no dejan de emanar aflicción y las fuentes de disfrute parece que estuvieran secándose. Es imperioso rescatar e incluso construir fuentes de disfrute, para ello hay que prepararse con entereza para disfrutar, abrirse al goce, estar en disposición de divertirse y de sentir placer. Hoy en día nos encandilamos y no vemos más allá de la luz del reflector, hay que desviar la mirada un poco, no mirar la luz de frente, y buscar la manera de divertirse: juegos de mesa en familia, salir al parque, montar un cine en casa, bailar, conocer y compartir la música que escucha tu hijo (tarde musical), leer en familia. Sólo aprende a ser feliz.

5.- Rituales y tradiciones como un espacio de encuentro familiar. Según un artículo publicado por IESE Business School: “Las tradiciones en las familias son una manera de transmitir valores, creencias, costumbres y saberes de generación en generación… contribuyen a fortalecer el orgullo de pertenencia, facilitan la creación de un buen clima familiar”. Las tradiciones son una comunicación simbólica entre los integrantes de una familia, define los roles y las funciones, creando una identidad, un sentido en cada integrante en relación al grupo familiar. Los rituales son esos pequeños actos que construirán la tradición. La sociedad nos muestra ciertas tradiciones y las familias las absorben, a veces sin detenerse a pensar que significan, pero cada familia en particular puede y debe crear sus propias tradiciones: las parrilladas con recetas propias, los rosarios en familia, los cumpleaños con tortas hechas en casa, los desayunos de domingo con los abuelos. Cada familia debe crear su propia tradición y así su identidad.

6.- Abrirse al afuera y crear redes de apoyo social. Las redes de apoyo social son el conjunto de lazos o vínculos con los que interactúa la familia dentro de la comunidad, pueden provenir de amigos o allegados, compañeros de trabajo, vecinos, compañeros espirituales, entre otros. El apoyo social es un componente fundamental para el bienestar de la familia y para la integración social del individuo. Estas redes de apoyo hacen sentir al individuo estimado y valorado, seguro de que recibirá ayuda y al mismo tiempo él también la brindará. Así que salga y haga amigos.

Es necesario  retirar la mirada del obligo de sí mismo y, mirar la necesidad del otro y, de esa manera comprender que juntos lograremos mejores y mayores resultados positivos, acompañándonos, revisar la actitud que mantenemos ante la vida a pesar de las dificultades presentes y, desde allí, buscar nuevas alternativas para obtener más momentos de tranquilidad para nosotros y para nuestros hijos.

Psic. Adriana Salazar | Centro de Orientación.
Fuentes consultada: Información de apoyo de Psiquiatra Cecilia Dávila.